En estos días estuve en la zona de alto impacto de Bogotá llamada el “santa” o “inframundo” por algunos, debido a que queda alrededor del tradicional Barrio Santa Fe, en el centro de Bogotá, en esta zona se asentó desde la década de los 90 la famosa zona de tolerancia, caracterizada por el trabajo sexual y los locales dedicados a realizar espectáculos eróticos y por lógica de consumo de bebidas alcohólicas; paralelo a estas actividades se empezó a establecer el consumo de Sustancias Psicoactivas de forma “escondida” para eventuales clientes, especialmente extranjeros que recorrían sus calles para buscar dichas sustancias, que en ese entonces eran manejadas por la gente del famoso Bronx, que a su vez era derivado de la gente del Cartucho, zona de alto impacto cerca del Palacio Presidencial; es curioso pero no se han acabado ninguna de las zonas, aunque aparentemente ya se acabo el cartucho, el Bronx, cinco huecos y demás, resulta que no se han acabado sino que se han renovado y se han trasladado físicamente a otras zonas; como quien dice se han diversificado y en la actualidad siguen funcionando.
En mis recorridos por esas zonas- muy conocidas por mí- encuentra uno muchas situaciones de violencia que es cotidiana en un mundo como este, debido a sus características sociales y culturales; sin embargo, hay cierta armonía – suena curioso- entre las personas consumidoras y la actividad rumbera de la zona; la gente va, toma trago, consume sustancias si quiere, visita una chica o un chico y ya, se va para la casa; así conocí esos sitios en los años noventa, aunque había atracos o gente tomasiada (drogada para robarla) o crímenes, eran mas bien situaciones excepcionales y no cotidianas, pero ya todo a cambiado realmente.
Cuando se asentó el Bronx en la zona de los mártires, curiosamente al lado de la sede de la Policía Metropolitana de Bogotá y del Batallón Guardia Presidencial – en el cual orgullosamente preste mi servicio militar- esta zona se volvió mas caliente, ya que era una zona que fue tomada literalmente por los Jibaros y los consumidores, donde se distribuía las 24 horas las sustancias y la “rumba” duraba lo mismo – claro, si aguantaba – se empezaron a conocer los “amanecederos” y la rumba a escondida, gracias a que el alcalde Mockus le dio por crear la Ley “Zanahoria”, que en ese tiempo la rumba hasta las 3 a.m., sin embargo, el alcalde en un “arrebato” de sanidad, pensó que la gente no debía “rumbiar” sino hasta la 1 a.m. y se empezó a restringir el asunto, debido a esto, apenas se cerraban los negocios a la hora legal, se abrían los amanecederos hasta el albor del día, por ahí hasta las 6 a.m., durante ese tiempo se gozaba el licor, las drogas y el sexo o cualquier actividad nocturna.
Todo el tiempo existieron bandas de atracadores en la zona del Bronx, la carrera décima, la calle 24, los mártires, en el Santafé, por la carrera 13 con 20, había lesionados, muertos, pero había algo interesante y es que los ladrones cuidaban a sus clientes – todavía lo hacen- esto quiere decir que a los clientes de la zona no los robaban, ya que parten de un principio muy capitalista y es que si atracaban o mataban el cliente, pues, ¡no tenían ganancias!, siempre ha sido así, aparecían muchos muertos y descuartizados, pero usualmente es de la gente que se porta mal, ladrones de otras bandas, vendettas, o por victimas desafortunadas de la burundanga o del efecto de las sobredosis; esto sucedía en la década de los 90 hacia los años de la década de los 10, y esto empezó a cambiar.
Cuando intervinieron el Bronx, volvió el ciclo a cambiar y se empezaron a asentar en el Barrio Santafé y sus alrededores y apareció la famosa Fortaleza, una edificación emblemática donde se consumía y distribuía las sustancias de forma permanente, todo el mundo sabe donde comprar la droga y también podía consumirla; esto es un negocio de 24 horas que se hace delante de todo el mundo y es controlado por algunas personas que realizan el llamado microtráfico y estas zonas de distribución se llaman la olla, entonces aparecen mas claramente las ollas en Bogotá, derivadas del sistema del Cartucho, pero ya distribuidas por toda Bogotá, se podría decir que cada localidad o alcaldía menor tiene su olla y tiene su propia zona demarcada.
De unos años para acá se incremento el consumo de sustancias en Colombia a nivel interno y esto hizo que se incrementara la competencia para distribuir las drogas y por ello se incremento la violencia, las muertes, los lesionados, y no se distingue si es mujer u hombre la victima de esta situación; este nivel de violencia aumento de forma dramática gracias a la llegada de cientos de venezolanos que se asentaron en las ollas y empezaron a competir con los colombianos por el control del menudeo de la droga, pero estos hacían algo más, y es conformar bandas satélites que atracaban a todo el que se les pasara al frente, en buses, comercios, en la calle, roban cualquier cosa, pero algo que no era usual, matan por cualquier cosa; por ello se incremento el robo y asesinatos por un celular , una bicicleta o una simple gorra o zapatillas de marca.
En la actualidad hay una competencia feroz por el negocio, no solo en Bogotá, sucede en los pueblos, ciudades, donde los carteles o bandas trasnacionales de narcotráfico actúan, lo que no se exporta se consume en el país y esto ha creado una ola de violencia que se está pareciendo a los años 80- los que vivimos esa época, sabemos como es- donde la vida no vale nada y el dinero es lo que vale.
Como dije en días pasados estuve por allí, y lo primero que supe es que habían “encontrado” una pareja descuartizada en unas bolsas, la chica al parecer robaba a los clientes y pienso que a alguien no le gusto o simplemente le dieron una lección a su bandolita; Ahora uno llega allá y es fácil encontrar sustancias, se ofrecen en las calles, se puede conseguir de todo, pero hay algo curioso… Ahora todo es en acento venezolano, las trabajadoras sexuales son venezolanas, venden comida venezolana, en fin, como en Nueva York, la zona, el barrio o la pequeña Venezuela…
Debido al mal manejo de la crisis por el Coronavirus por parte del Presidente y la Alcaldesa de Bogotá, desde el mes de Marzo cerraron la zona y no se puede trabajar en la vida nocturna y están restringidas las actividades sociales, ya que cierran la zona a las 9 p.m., sin embargo el inframundo sigue durante la noche y la madrugada, se seguirá rumbeando, consumiendo y todo lo que se quiera hacer; las disposiciones y restricciones ha generado mas competencia y mas violencia, lo del distanciamiento no se cumple, lo de la bioseguridad, menos, en general hay mas caos y locura colectiva, no solo por el posible contagio por el virus, sino por la necesidad de consumo de sustancias.
Las autoridades están convencidas que restringiendo a la gente en estas zonas acaban con el problema y resulta que lo incrementan en realidad; se crea el inframundo donde nadie usa tapabocas, no hay gel antibacterial y por lo general hay mucha violencia, eso pasa en todos lados; en Bogotá deberían abrir los bares, centros nocturnos y solo hay que tener algunas precauciones para su funcionamiento, la gente necesita trabajar, la gente necesita el contacto social, la gente necesita divertirse, no podemos parar un virus y menos en estas zonas; lo curioso pero el centro de Bogotá no ha tenido picos altos de contagio y de por si al parecer no los hay…. ¿serán inmunes al virus? … de pronto si…!
En estos días he escuchado que se ha incrementado mucho la violencia en Colombia, eso es un fenómeno que se veía venir debido no solo al problema de las drogas, sino de la guerrilla no reinsertada, creación de grandes carteles de narcotráfico, de delincuencia trasnacional, y de algo que definitivamente es la propiciadora de todo esto… poca acción de la Justicia, la cual le falta mano dura, investigación, aplicación real de la ley y lo mas triste, es que a los criminales de verdad los mandan para la casa y siguen delinquiendo.
Para Reflexionar...
Artículo escrito por:
Ricardo Alberto Suarez Castro
Experto en Violencia.
investigacionescriminales@yahoo.com
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