En estos días vi un evento que me hizo reflexionar sobre la conducta criminal de las mujeres y que al parecer pasa muy desapercibida para la gente común, pero que bajo de ciertas circunstancias se evidencian ciertos rasgos psicopáticos en ciertas mujeres, haré una reflexión sobre el tema.
Me encontraba en un local en una zona de alto impacto en el llamado inframundo de Bogotá, donde converge la diversión de adultos, consumo de sustancias, venta de drogas, licor, música, trabajo sexual y muchas actividades asociadas, me gusta observar el comportamiento de las personas y por lo tanto, registro en mi mente muchas situaciones que suceden a mi alrededor. Estaba departiendo con unos conocidos, cuando surgió una “pelea” en el interior del local, al pararme a mirar, vi a dos personas golpeando a un señor, el cual, al parecer le estaba “pegando” a una chica, esta, trabajadora sexual que estaba departiendo licor con el señor.
Se trato de separar a las personas involucradas y el señor, al parecer herido, se fue, y después salió la chica en cuestión, pero antes de salir, cogió una botella y la “despico” y se fue; hasta ahí, parecía que solo fue una riña entre una chica, trabajadora sexual y un cliente, y no paso a mayores, debido a que, en esos sitios, pueden suceder estas situaciones.
Me propuse a analizar el evento sucedido, entonces me puse a indagar mas profundamente sobre lo que pudo haber sucedido, ya que a los dos personajes los conozco desde hace mucho tiempo y me sorprendí de lo detectado en la chica, lo cual me puso a reflexionar.
Al analizar los hechos, encontré que la pareja estaba departiendo licor (al parecer son pareja en la vida real), y tuvieron un altercado, donde ella lo empujo, el respondió y la empujo, se volteo para irse, sin embargo, ella tomo una botella y le dio un botellazo al señor por la espalda, el se volteo y se defendió de ella, pero un par de personas que estaban ahí, pensaron que estaba siendo agredida y golpearon al señor, este perdió las gafas y en fin, a la final salió del establecimiento; al salir la chica, se llevo la botella despicada y lo agredió en la calle con este instrumento cortopunzante. De acuerdo a la información obtenida por diferentes fuentes, esta chica había apuñalado al señor el año pasado y hay una relación tormentosa en ciernes.
De acuerdo a lo observado, no solo en el evento, encontré que es una chica joven que trabaja en el ámbito sexual, es consumidora de drogas, es conocida como tomasera y tiene conductas bien extrañas en su comportamiento en general, no es sociable, tiene poco contacto con la gente; Para los que no conocen el termino de “tomasera” son mujeres que emborrachan a los hombres, los drogan y los roban, pueden hacerlo solas o en conjunto con un grupo de mujeres u hombres de alguna banda criminal.
Observe que la conducta de la chica era fría y con falta de sentimientos, a ella no le importa hacerle daño a las personas, de acuerdo a la información, ella había sido expulsada de la zona por ser problemática y agresiva con otras chicas.
Pude observar rasgos muy típicos de la Psicopatía o del denominado trastorno de Personalidad Antisocial, aquí lo interesante de lo sucedido, es que ella “simulo” ser la victima y no la victimaria, la gente pensó que la estaban defendiendo y no le importo meter a otros en la situación, las personas que se metieron en la pelea, pudieron haber lesionado seriamente al señor, o en su defecto haberlo linchado, lo que implicaría un delito grave, sin embargo, esto no paso a mayores, pero la conducta persiste como un halo en el ambiente.
Traigo a colación, que muchas mujeres tienen rasgos psicopáticos, como la utilización de los hijos para vengarse de sus parejas (alienación parental), fungir como victimas de maltrato sin que hay sucedido, en fin, muchas conductas que requieren un minucioso análisis clínico y forense.
Nota: La foto de este articulo es de Ailleen Carol Wuornos, famosa asesina de Estados Unidos, quien se desempeñaba como trabajadora sexual, fue juzgada por varios asesinatos y fue sentenciada a muerte.
¡Para reflexionar!
Artículo escrito por:
Ricardo Alberto Suarez Castro